
Cuando llega el 31 de diciembre, cientos de santiagueros acuden a una cita ineludible en el Parque Céspedes, principal plaza de la ciudad, para presenciar unas de las tradiciones con más arraigo popular en la urbe: la conocida Fiesta de la Bandera.
Algunos lo hacen para disfrutar un espectáculo cultural de lujo, protagonizado por artistas locales; otros deciden esperar el año nuevo de una manera diferente, en medio de los fuegos artificiales, el son, la trova y la degustación de platos típicos de la región.
Pero todos, sin excepción, desean ser testigos del momento en que se iza la bandera cubana, a las 12 de la noche, acompañada del Himno Nacional, como una forma de presagiar lo que les depara el futuro en los próximos 365 días.
Según una leyenda urbana, si ondea libremente, acariciada por la suave brisa tropical, es sinónimo de prosperidad y felicidad para la familia santiaguera.
Por el contrario, si no es agitada por el aire, malos tiempos se avecinan, y peor aún, en caso de enrollarse mientras es levantada del suelo, es augurio de desgracias.
El arte adivinatorio asociado a la ceremonia histórico-cultural, comenzó como una idea de Ángel Moya, hijo de la urbe, quien quiso regalarle la primera insignia de franjas blancas y azules, triángulo rojo y estrella solitaria.
Realizó una colecta que permitió confeccionar una enseña de ocho metros de largo, cuyo trámite de fabricación se hizo en un establecimiento, ubicado en el territorio de los Estados Unidos de América.
Esta iniciativa de obsequiar la primera bandera cubana para que ondeara libremente en el antiguo ayuntamiento, hoy sede la Asamblea Municipal del Poder Popular, tuvo el guiño de complicidad del entonces alcalde, Don Emilio Bacardí Moreau.
El último día de 1901, fecha en que nace la leyenda, Bacardí, acompañado de una comisión política y social integrada por personajes relevantes, pronunció un discurso en el que alabó a personalidades y figuras patrióticas de la historia, exaltando los valores de la familia Maceo Grajales.
Junto al cubo de agua que lanzan algunas abuelas a la media noche, o aquellos que rompen un coco frente a sus hogares, la Fiesta de la Bandera es una tradición centenaria en Santiago de Cuba, muy vinculada al jolgorio de fin de año, con gran arraigo y muestra de la identidad e imaginario popular.
Por Jose Ricardo Loo