Raíces con sabor a eternidad

“La tradición no se sirve del tiempo porque es la eternidad”. Así lo pensó el escritor español Alfonso Rodríguez Castelao y así se aviene al propósito de ciertos grupos humanos que defienden con uñas y dientes lo que su abolengo sembró en materia de cultura para que perdure en la memoria de su pueblo.

En el sitio donde viven son conocidos con el apelativo de  “la familia tal o más cual”, o por el nombre de un referente identificativo con el que tiene que ver su desempeño, pe­ro metodológicamente, en la no­menclatura sociocultural, se denominan grupos portadores de tradiciones a esos con­juntos o agrupaciones creadoras de un ar­te que pa­sa de pa­dres a hijos, y que integran casi siempre miembros de un tronco familiar común.

A lo largo de la geografía insular son muchos los ejemplos (Caidije, Tambor Yuka, Conga Los Hoyos; Bonito Patuá; Naggó; La Cinta Boys, entre otros tantos también muy significativos) que ostentan esta condición y se les ve exhibir su autenticidad en celebraciones nacionales e internacionales como La

Fiesta de la Cubanía, en Bayamo; la del Caribe, en Santiago de Cuba; la Ibero­ame­ricana, en Holguín; la de Arte Po­pular, en Ciego de Ávila…

Con ese esplendor que tienen las cosas señeras, marcadas esencialmente por la singularidad que las hacen posibles, se deja ver en sus presentaciones el grupo portador de tradiciones Raíces Sonoras, cuya música pone a bailar a todos, contagiados por el son, el nengón, o el sucu suco, que consiguen sus diez integrantes entre los que cuenta también una pareja de baile.

Mariela Rodríguez Miranda es la alegría de la tropa. Bailarina junto con su primo Ruslán Eutimio Vargas Miranda, y estudiosa a fondo del devenir artístico de su familia, tuvo a bien conversar con Granma a propósito de la buena salud de que disfruta la agrupación, que tiene por terruño a la localidad de San Joa­quín, del municipio tunero de Ma­jibacoa, que limita con la oriental provincia de Granma.

“Como miembro de una familia llena de una historia musical  me di cuenta de que era preciso estudiarla, indagar en el pasado, y saber cómo es que puede conservarse lo que hicieron los más viejos. Crecí viendo a mis abuelos y tíos tocando, festejando distintas fechas en la que había que celebrar”.

“Mi mamá —Eddy Miranda Vega, directora del grupo—  siempre fue muy musical, quiso estudiar música y no la dejaron sus padres  pero siempre tocó empíricamente, crecí viendo eso, y en el año 1991 la promotora cultural del barrio, Eloísa González, se acercó a mi abue­lo Rafael Miranda Basulto,  para que se fundara oficialmente el grupo y así comenzó un segundo momento de su historia”.

“Fue así como en el 91 reunió a miembros de su familia que sabían que lo iban a seguir y  funda Raíces sonoras. El nombre se lo pusimos mi papá, que tiene 76 años y es el marimbulero, y yo. Mi abuelo lo in­vitó para fundar el grupo”.

Mariela, antes de continuar dan­do detalles de Raíces… se detiene para explicar la incidencia de la marímbula en su entorno, un instrumento musical que junto al bongó, las claves, la tumbadora, el güiro, las maracas, el tres y la guitarra, tiene en el conjunto su espacio reservado. “Esa caja con flejes que se toca mucho en Guantánamo llegó a mi barrio no sabemos bien en qué fecha; se dice que llegaban caminantes buscando fiesta, o de­trás de alguna mujer de la que se ha­bían enamorado y siempre iban a dar a casa de mi abuelo, porque era la casa de la fiesta del barrio y así se quedó la marímbula en San Joa­quín. Un carpintero vecino se fijó y empezó a construirlas y así fue co­mo en la zona se hicieron varias marímbulas”.

“Entre los marimbuleros que aprendieron a tocarla está mi papá, que actuaba con mis abuelos desde entonces y después se enamoró de mi mamá en estos guateques y es el fundador del grupo. Con esto la Ca­sa de Cultura reconoció la zona co­mo de alta referencia cultural, que era concretamente lo que se estaba pretendiendo”.

Mariela habla de los integrantes: “Somos diez personas incluyendo a mi niña, que es la maraquera y  miembro oficial del grupo. Desde que estaba en la barriga está sintiendo el contagio de esta música y un día un amigo le regaló unas maracas y ella sola las empezó a tocar. La niña es símbolo de la continuidad y espero que otros niños de la familia se vayan sumando”.

Sobre el repertorio apunta: “lo que tocamos tiene que ver con las  tradiciones del barrio, hacemos so­nes que son patrimonio de la familia, algunos compuestos por mi ma­dre, otros no los hemos creado pero los hemos incorporado al re­per­torio. No es el grupo que improvisa, aunque lo hemos hecho, sino que hace sus sones como lo hizo siempre la familia Miranda”.

Las oportunidades para mostrarse al público son muchas: “es­ta­mos todo el año en acción, en eventos que se hacen en los escenarios rurales aledaños a nosotros, ese es el trabajo más importante que hacemos, y para nuestra satisfacción el barrio nos reconoce, y nos reconocen las comunidades. En muchas actividades comunitarias somos in­vitados. Estamos en las jor­nadas de la cultura, en las No­ches de Tra­di­ciones, en distintos pro­yectos co­munitarios que funcionan en Las Tunas, pero además en ferias agropecuarias, en la fiesta del campesino, en festivales nacionales e internacionales dentro del país, como la Fiesta del Caribe. En San­tiago tenemos experiencias divinas, en cuanto llegamos se forma el guateque y no nos dejan irnos”.

Para Mariela es impensable la desintegración del grupo: “por nada de la vida abandonaría esa tradición que tanto amaba mi abuelo y que tan feliz hace a mi mamá, que quiso estudiar música y no pudo. Yo le digo: ‘pero tú eres artista, tienes un escenario y estás cantando para un público que te admira y disfruta con lo que haces’. Tenemos la categoría nacional de grupo portador, somos Premio Memoria Viva, nos ha premiado el Consejo Nacional de Cul­tura Comunitaria, tenemos la beca de Creación para la Cultura Na­cional Tradicional”.

“A mí el son me encanta —dice sonriendo—. La sede del grupo es mi casa, que es un bohío típico, un proyecto cultural donde se exhiben muchas piezas que tienen que ver con la cultura campesina, y hasta donde llega mucha gente para ver lo que hemos hecho. Allí mismo formamos la fiesta que solo para cuando el público nos dice que debe parar”.

Autor: | madeleine@granma.cu en GRANMA.CU